Por primera vez en la historia, las cinco principales economías de América Latina estarán gobernadas por la izquierda
Aunque es cierto que difícilmente puede hablarse de "una izquierda latinoamericana" sino, más bien, de "varias izquierdas". Las diferencias entre unos países y otros pueden llegar a ser muy profundas, poco tienen que ver Cuba, Venezuela o Nicaragua con Colombia, Chile, Brasil o Argentina, por ejemplo.
Sin embargo, el giro hacia el progresismo ideológico en el continente parece bastante claro. Algunos analistas lo relacionan directamente con el hartazgo de las poblaciones y el voto de castigo ejercido contra mandatarios, la mayoría ubicados en la derecha ideológica, por su mala gestión. De este modo, podría ocurrir que, si los líderes actuales no cumplen con las expectativas generadas, les podría ocurrir lo mismo que a sus antecesores en el cargo.
Tampoco los problemas a los que se enfrentan los distintos gobiernos son los mismos, lo que sí se puede decir es que hay diversos movimientos de protesta social. A los problemas económicos, se suman los de las minorías, las peticiones de democracia y libertad en los regímenes más duros y las crisis migratorias.
Con el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones de este domingo en Brasil, la izquierda latinoamericana consigue retomar el control del principal bastión y economía del continente en un año también en el que por primera vez en su historia Colombia cuenta con un gobierno progresista.
La victoria de Lula tiene una repercusión geopolítica fundamental para el continente ya que no solo implica la dura derrota para la ultraderecha que encarna Jair Bolsonaro sino también la consolidación de la izquierda en una región que en el último año ha visto cómo las candidaturas progresistas se han impuesto en Chile, Honduras, Perú y Colombia.
De nada han servido las campañas de la derecha de desprestigio y estigmatización sobre las apuestas de la izquierda, a la que se acusa constantemente de pretender en sus países una deriva a la venezolana. En cambio, ha sido la mala gestión de la pandemia y sus consecuencia económicas lo que habría prevalecido entre el electorado a la hora de decantarse por Lula en Brasil, o Gustavo Petro en Colombia.
Diferentes tiempos, circunstancias y países
En 2018, México fue el primero, con la elección de Andrés Manuel López Obrador, quien está entrando en su recta final como presidente. Le siguieron la Argentina de Alberto Fernández y la Bolivia de Luis Arce, tras la crisis política de 2019 con la que la derecha tuvo un breve paso por el poder.
La vuelta de la izquierda trajo consigo eventos históricos como la elección de Xiomara Castro en Honduras, convirtiéndose así en la primera mujer que gobierna el pequeño país centroamericano, la de Gustavo Petro, en Colombia, primer mandatario de esta ideología que dirigirá desde Casa Nariño, o la del hijo de campesinos Pedro Castillo en Perú.
El del peruano es el mandato más convulso por el momento de esta nueva ola de la izquierda latinoamericana. Las sospechas y acusaciones de corrupción, así como la salida casi constante de miembros de su gabinete, rodean a un Castillo acorralado por un Congreso hostil que desde el primer momento ha buscado echarle de cargo.
En Colombia, por su parte, las aspiraciones de superar el enquistado conflicto interno agravado durante el anterior gobierno de Iván Duque llevaron a Gustavo Petro a la victoria en las elecciones, mientras que, en Chile, Gabriel Boric se convirtió en el jefe de Estado más joven en ser elegido.
La clase media latinoamericana está cada vez más en retroceso después de años de políticas neoliberales azuzadas ahora por las consecuencias de la pandemia de coronavirus, la pronunciada inflación ocasionada por la guerra de Ucrania, o las crisis migratorias.
Ecuador, Paraguay y Uruguay, así como El Salvador en Centroamérica --con otros cuatro países más al centro del espectro político--, son el resto de países con gobiernos conservadores.
Europa Press/CMM