Día Mundial de la Salud Medioambiental: el cerebro es vulnerable a la contaminación en los primeros años de vida
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es clara sobre los efectos medioambientales en la salud. Calcula que casi un cuarto de las muertes anuales puede atribuirse a estos factores medioambientales, como la contaminación del aire, el deficiente saneamiento e higiene del agua y la escasez del recurso, o las prácticas agrícolas, entre otros, que ponen en riesgo la salud de las personas.
Cada vez hay más evidencias respecto a los efectos de la contaminación atmosférica en la salud humana. Ahora un nuevo estudio apunta que puede producir cambios estructurales en el cerebro, sobre todo durante el embarazo y en los cinco primeros años de vida.
Anne-Claire Binter, investigadora de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación ”la Caixa”, ha explicado en CMM que se ha realizado un estudio en Países Bajos sobre los efectos de la contaminación del tráfico rodado en el cerebro.
Una investigación en la que han analizado a unos 3515 niños cuando tenían entre nueve y doce años. Fueron sometidos a una resonancia magnética para ver sus cerebros. Comprobaron que hay cambios estructurales en los cerebros de los niños en función de los niveles de contaminación que afecta especialmente durante el embarazo y los cinco primeros años de vida.
"Esos cambios tienen que ver con la conectividad o comunicación entre regiones del cerebro". La alteración de la sustancia blanca se relaciona con trastornos psiquiátricos como la ansiedad y síntomas depresivos", ha asegurado Binter en el informativo "Castilla-La Mancha Despierta".
El estudio es novedoso porque identifica cuándo somos más susceptibles a la contaminación atmosférica. También ha encontrado un vínculo entre la exposición específica a las partículas PM2,5 y el volumen de una estructura del cerebro implicada en la función motora y los procesos de aprendizaje, entre otras muchas funciones. El estudio ha observado que cuanto mayor es la exposición a las PM2,5, sobre todo en los primeros dos años de vida, mayor es el volumen de esta región del cebero que se ha asociado con algunos trastornos psiquiátricos (esquizofrenia, trastornos del espectro autista y trastornos del espectro obsesivo-compulsivo)”, explica la investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.
Publicado en la revista Environmental Pollution, esta investigación mostró que los niveles de NO2 y PM2,5 registrados superaban las actuales recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (10 µg/m3 y 5 µg/m3, respectivamente), pero cumplían con la normativa de la Unión Europea, lo que sugiere que la contaminación atmosférica puede afectar al desarrollo del cerebro a niveles inferiores a las normas actuales de calidad del aire.
“Una de las grandes conclusiones del estudio”, señala Binter, “es que el cerebro es especialmente vulnerable a la contaminación atmosférica no solo durante el embarazo, como se ha señalado en estudios anteriores, sino también durante la infancia”.