Cómo se organizan las protestas en el siglo XXI, el ejemplo de Cataluña

En el nuevo milenio, las protestas se organizan a través de las redes sociales. El último ejemplo: las protestas de los últimos días en Cataluña. Pero lo vimos también en la conocida como Primavera Árabe, en lugares como Egipto, por ejemplo, hace ya unos años. Y, desde entonces, hasta hoy, en países como Argelia, Chile, Líbano y Hong Kong, últimamente.

Páginas web, cuentas de Facebook, Twitter o Instagram y canales de Telegram son auténticas autopistas de comunicación para todos los interesados en participar pero, también, para motivar y movilizar a los que más les podría costar salir de casa, o del trabajo, para unirse a un movimiento. Y es un sistema de comunicación sencillo, rápido y fácil  para tu propia narrativa, tu mensaje, que llega, de forma individualizada, a miles y miles de personas a la vez, directamente a su teléfono móvil, nuestro dispositivo más personal.

Un ejemplo catalán de motor virtual oculto de la protesta: bajo el lema/hastag #TsunamiDemocratic se organizó la concentración pacífica en el aeropuerto de El Prat en el mismo día en que se publicó la sentencia de los presos del Procés, el 14 de octubre.  Fuerzas y cuerpos de seguridad, como la Guardia Civil, han actuado en su contra, lo que ha servido para que se "mudaran" de un espacio virtual a otro, con sus 369.455 seguidores, a día de hoy, suscritos en su canal de Telegram:

Y ellos no son los únicos. Los Comités de Defensa de la República, CDR, también utilizan estos canales para la movilización y la difusión de sus mensajes y concentraciones:

Sin duda, Anonymous Catalonia, con sus 229.861 suscriptores, también se encuentra en un puesto relevante dentro de este grupo. No solo por eso, sino, además, porque sus suscriptores participan, con sus propias imágenes, en la difusión de todo tipo de mensajes:

La cuestión es tan relevante, que, en su propia cuenta, hacen una llamada de atención al fundador y al propio Telegram para preservar sus datos personales:

Todos ellos forman una comunidad virtual, organizada, con objetivos claros, medios y seguidores, y cuyo reflejo se ve, a diario, en las principales calles de ciudades y pueblos catalanes. A imagen y semejanza de como ha sucedido, y sucede, en otros lugares de un mundo cada vez más interconectado.