DÍA DE CASTILLA-LA MANCHA
Las manchegas, el ritmo con el que Dulcinea conquistaría al Quijote
El baile en pareja más antiguo de España, fue declarado Bien de Interés Cultural de Castilla-La Mancha en 2015
Las manchegas son parte del espíritu de nuestra comunidad. Han estado presentes en la vida cotidiana de La Mancha desde al menos el siglo XVIII. Este baile tradicional formaba entonces parte de nuestra vida cotidiana. No había una fiesta en donde no se bailaran. ¡Había que aprovechar! porque "era la única manera de que los mozos se relacionaran sin tener que contar con la presencia de la carabina", me explica Alberto Sainz, uno de los expertos en estas demostraciones populares.
"Las seguidillas fueron para muchos la primera forma pública de bailar en pareja, ojo, sin tocarse"
Sainz se sonríe y me confirma que puestos a imaginar no hubiera sido imposible que Dulcinea hubiera cortejado a Quijote con uno de estos bailes que ya existían en tiempos de Cervantes.
Antes de que se adueñaran de las fiestas el pop, el indie, el techno o el reggeaton; el ritmo vivo, alegre y pegadizo de las seguidillas manchegas amenizaba todas las celebraciones y hasta las más duras jornadas en el campo. Las seguidillas eran sinónimo de diversión.
Las manchegas, como su nombre indica, nacieron en La Mancha. Llevan sonando 500 años. En la actualidad las tocan, cantan y bailan unos miles de entusiastas: de Albacete a La Habana. También nuestra embajadora Carmen Toledo, Karmento que ha dado un nuevo impulso a este género gracias a su música fusión.
Y si cantas la manchega,
A la orilla de una era,
Verás como los almendros y los olivares,
Todo florecíos, salen a bailar
Las asociaciones
Pero no solo ella, grupos como el de la Asociación Cultural Danzas Magisterio, en Albacete, hace una gran labor por evitar que este patrimonio se pierda. Estos especialistas en manchegas albaceteñas llevan desde 1977 (casi medio siglo) estudiando y documentando esta tradición, en principio oral.
"Datamos, recogemos y exponemos lo averiguado sobre el folclore de nuestros pueblos en las jornadas anuales "
Lo que vemos de ellos, en jornadas como las organizadas por la Federación de Folclore de Castilla-La Mancha (formada por 100 asociaciones), es una muestra de lo que hacen por evitar que estos bailes típicos se extingan.
Ejercen de archivadores de esta tradición y crean nuevas generaciones de manchegos que se mueven al ritmo de las seguidillas.
Este año se han atrevido incluso con los alumnos de centros educativos de Albacete capital y provincia y han colaborado en el programa educativo "Toca la Banda" 2024, organizado por la Concejalía de Educación del Ayuntamiento de Albacete y la Banda Sinfónica Municipal.
Hagamos un poco de historia
La seguidilla es una combinación de música, canción y danza popular. Hay muchos tipos, las genuinas son las manchegas, de las que se piensa que han derivado todas las demás. Deben su nombre a lo seguido de sus coplas y música.
Nació primero como pieza literaria, después se musicalizó. Y más tarde se añadió la coreografía.
Las manchegas, alimento del cuerpo y del alma
Para los que entiendan de música: el ritmo es ternario y muy pegadizo. Tiene tres tiempos: uno fuerte y dos débiles. Su movimiento es animado.
De hecho, puede ser un ejercicio muy completo porque hay saltos, vaivén de caderas, juego de pies con movimientos de brazos.
Y por si esto fuera poco hay que llevar el ritmo y estar sincronizado con la pareja.
En resumen, es un baile concebido para jóvenes que eran los que antes las bailaban, siguiendo el ritmo de las guitarras, bandurrias y laúdes. También de instrumentos de percusión como el almirez, panderos, panderetas, botella de anís con llave.
La seguidilla manchega fue declarada Bien de Interés Cultural de Castilla-La Mancha en noviembre de 2o15. La Federación Castellano-Manchega de Asociaciones de Folclore llevó la iniciativa para conseguir este reconocimiento.
Las manchegas albaceteñas, en tres pasos
Y como no quiero despedirme sin animar a la gente a que pruebe a marcarse una manchega. Ya lo hicimos en la feria de Albacete en 2017. Un documento que he querido recuperar. La ocasión lo merece.