Cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo

El Viernes Santo es el día cumbre de esta celebración, durante el cual hace su aparición la Cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo (fundada en 1532). A primeras horas de la mañana tiene lugar la famosa procesión de “las Caídas” dando comienzo tras la lectura de la Sentencia de Poncio Pilatos. 

Sale de la iglesia esta procesión en dos ramificaciones, el Cristo con la Cruz a cuestas por un lado y la Virgen de la Soledad por otro, ambas se encuentran en la Plaza de España y recorren juntos el resto del Vía Crucis. 

La talla del Cristo es articulada y al accionarse su mecanismo simula las tres caídas del Nazareno en su calvario hacia el Gólgota; en cada una de ellas el predicador pronuncia el consiguiente sermón. La imagen de la Virgen también es articulada, y mueve los brazos, en cuyas manos tiene un pañuelo para enjugar sus lágrimas.

Al anochecer de este día tiene lugar otro de los momentos más espectaculares de esta Semana Santa, “El Desclavamiento”. Se inicia la ceremonia con la entrada en el templo de la Cofradía de la Preciosa Sangre, encabezada por un niño de corta edad, “el Capitán”, el cual, tras hacer las oportunas reverencias besa la reliquia del Lignum Crucis. A continuación, toca el turno al “Alférez”, que “baila” la bandera de la cofradía y hace la misma serie de genuflexiones que “el Capitán”. 

Da así comienzo el Sermón de las Siete Palabras; cuando el predicador termina diciendo que, al morir Jesús,“el velo del templo se rasgó” se apaga la luz, redoblan los tambores y el negro dosel que se encuentra instalado en el altar mayor deja al descubierto la imagen del Crucificado. A continuación, se procede a desclavar esta imagen, también articulada, e introducirla en su sepulcro, dando comienzo la “Procesión del Silencio”, en la que el Cristo del Remedio, el Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad desfilan por las calles en medio de un impresionante y fervoroso silencio. Igual vestimenta, pero de color negro, utilizan los hermanos de esta cofradía.