Uno de cada tres jóvenes quiere ser influencer o creador de contenidos
Con una media de 6,95 horas diarias de ocio vinculado al mundo digital -desde música y series a redes sociales- y cuatro dispositivos diferentes a su alcance, uno de cada tres jóvenes de entre 15 y 29 años afirma que le gustaría ser influencer o dedicarse profesionalmente a la creación de contenidos.
Son algunos de los resultados del estudio "Consumir, crear, jugar. Panorámica del ocio digital de la juventud", realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación FAD Juventud y hecho público este jueves.
Aparte de tiempo, también invierten dinero.
A partir de una encuesta digital a 1.200 jóvenes, queda de manifiesto el importante seguimiento a influencers y creadores de contenidos, sobre todo en Instagram (81,6 %), pero también en YouTube (59 %) y TikTok (55,6 %).
Los contenidos preferidos son música, videojuegos y humor, pero hay importantes diferencia de género: ellas buscan más temas sobre música, cine, moda o viajes y ellos, sobre videojuegos, deporte, ciencia y tecnología.
Además de ocio es consumo, ya que el 31 % afirma que realiza algún gasto dirigido a estos creadores de contenido, bien sea suscripciones o donaciones. Uno de cada cuatro suele además comentar en los chats, vídeos o publicaciones.
Tres de cada cuatro jóvenes tienen suscripciones a algún tipo de contenido audiovisual de pago, si bien la mitad comparte la suscripción con otras personas (54%). El 23,8% tiene suscripción de pago a contenidos de creadores/as o influencers. El 21,7% paga una suscripción para videojuegos online y el 17,8% se suscribe a plataformas de videojuegos de pago.
Una profesión de futuro
En general hay una visión positiva sobre la profesión de creación de contenido; la mayoría opina que tiene futuro y que permite más creatividad que los medios de comunicación tradicionales, aunque admite que está poco valorada socialmente y que es difícil vivir de ello.
No obstante, uno de cada tres afirma que le gustaría dedicarse a ello y uno de cada diez declara que ya lo está intentando actualmente.
Cada vez hay más jóvenes que ven la creación de contenido como una posible carrera profesional: uno de cada diez que ya lo está intentando
Los videojuegos se consolidan
Según el estudio, los videojuegos, aunque sigue siendo un área bastante masculinizada, se han consolidado como fundamentales en el ocio juvenil y 9 de cada 10 encuestados señalan que juegan, el 37 % a diario.
Utilizan sobre todo el móvil (78 %), pero también la videoconsola (68 %) y el ordenador (67 %).
En general hay también una visión positiva de los videojuegos y se destaca, por ejemplo, su valor educativo y que ayudan a desarrollar competencias personales y profesionales y a aprender cosas, aunque las chicas apuntan más a menudo a su lado negativo, por su violencia y sexismo y porque pueden generar aislamiento.
Es un ocio en muchos casos de pago: nueve de cada diez gastan dinero en productos o servicios relacionados con videojuegos y casi la mitad critica las microtransacciones dentro de los juegos.
Cuatro dispositivos diferentes
Más del 70 % dispone de, al menos, cuatro dispositivos diferentes: móvil, portátil, televisión inteligente, videoconsola, tableta, etc.
El informe revela que entre los jóvenes con posiciones socioeconómicas más desfavorables hay menos que disfrutan de ocio digital a diario.
Alerta también del alto desconocimiento que tienen sobre el gasto en suscripciones a contenidos de pago, donaciones y microtransacciones.
Recoge asimismo experiencias de acoso, hostigamiento y vulneración de la intimidad, sobre todo entre las chicas, aunque ellos reciben más insultos cuando juegan "online".
La FAD muestra además su preocupación porque algunos jóvenes admiten en sus respuestas un consumo excesivo e incluso compulsivo, sobre todo en hogares económicamente más vulnerables.
En cuanto a los contenidos, se advierte una excesiva sexualización. Uno de cada cinco ha subido, o se lo ha plantado contenido erótico o sexual a la red para conseguir seguidores o beneficios económicos, una práctica de nuevo más común entre jóvenes con mayores carencias materiales.
Las mujeres temen más por su privacidad y son quienes en mayor medida han bloqueado a gente por acoso.