HONOR: las otras víctimas del crimen de los marqueses de Urquijo
“HONOR. Las otras víctimas del crimen de los marqueses de Urquijo”
La escritora Macarena López-Roberts y la periodista Angie Calero son las autoras de "Honor", novela que trae de nuevo al presente el crimen de los marqueses de Urquijo, María Lourdes de Urquijo y Morenés y su marido Manuel de la Sierra y Torres. Por este crimen, fue condenado Rafael Escobedo, como autor del asesinato. Diego Martínez Herrera y Javier Anastasio de Espona fueron acusados de ser cómplices, aunque Anastasio huyó del país con un dinero prestado por Mauricio López-Roberts y Melgar, marqués de Torrehermosa, quien fue acusado y condenado a 10 años de prisión por encubrimiento.
HONOR. Las otras víctimas del crimen de los marqueses de Urquijo
¿Qué pasó el 01 de agosto de 1980?
Angie Calero: El 1 de agosto de 1980, los marqueses de Urquijo aparecieron asesinados en su casa de Somosaguas, a las afueras de Madrid.
¿Quiénes son las otras víctimas del crimen de los marqueses de Urquijo?
Macarena López-Roberts: todas las personas que estuvieron en el entorno de los asesinatos, que no participaron en nada y que por circunstancias de la vida se vieron implicadas, según su convicción de cómo había que haber hecho las cosas. Por ejemplo, mi padre, Mauricio López-Roberts, quien fue condenado como encubridor de Rafael Escobedo, cuando Rafael le contó lo que habían hecho él y otros. Mi padre, al no creérselo, no lo declaró en tiempo y forma.
¿Cómo os conocisteis y cuándo decides, Macarena, que quieres que Angie sea la que te acompañe en esta novela?
M.L-R.: Nos conocimos hace siete años. Yo publicaba mi primera novela y Angie formaba parte del equipo de gente en ABC. Se supone que ella creía que mi libro iba del caso Urquijo y no era cierto, pero aún así nos caímos muy bien y, después de un tiempo de conocernos un poco más en profundidad, decidimos comenzar con la escritura de esta novela.
A.C.: Yo le hice una entrevista a Macarena, donde hablábamos muy poco de su libro y mucho del caso Urquijo. Entonces de ahí un poco mi fascinación y que a ella también, -pues en el fondo le hizo gracia.
M.L-R.: Sí, me hizo gracia que no publicó nada de lo que yo quería que publicara, pero bueno, ahora estamos en otra historia (risas).
De tu primer libro “La cara oculta del poliedro”, ¿cuáles son las similitudes de esta novela con "Honor"?
M.L-R.: No hay ninguna similitud. Bueno, la similitud es que soy la misma autora (ríe) en este caso compartida la autoría.
Desde el punto de vista periodístico, ¿cómo es afrontar este relato?
A.C.: Afrontar el caso Urquijo 40 años después nos ha permitido dar otra perspectiva al suceso, como es todo el tema del derecho al olvido en Google, que es la parte central, por así decirlo, del libro. Y luego es verdad que, en cuanto a entrevistas y documentación, la documentación que hemos tenido que leer no nos la acabábamos nunca porque era una barbaridad. Todo el tiempo leyendo cosas y y para mí, como friki absoluta del caso Urquijo, me pareció súper interesante leer el sumario, pese a que eran 3000 folios de sumario, una barbaridad. Pero es verdad que te metías de lleno en toda esa investigación y ese vodevil que al final parecía que nunca llegaba a ningún sitio. Y luego, por el tema de las entrevistas, es verdad que lo que nos ha pasado es que algunos de los entrevistados no sabíamos hasta qué punto lo que sabían lo sabían de fuentes fiables en su momento o si ya con el paso del tiempo se les había distorsionado un poco el recuerdo que tenían. Entonces ahí es verdad que, gracias a Dios, la mayoría de datos que nos aportaban eran datos que de alguna forma también pudimos más o menos contrastar con el resto de entrevistas.
Y Macarena, ¿Cómo es afrontar la novela desde lo personal?
M.L-R.: Es una historia personal. Es la historia de mi padre vista desde mis ojos, porque yo era una niña de 12 años cuando asesinaron a los marqueses de Urquijo y luego transcurrieron otros diez hasta que mi padre fue juzgado y entró en prisión. Entonces, desde mis 12 a mis 22 fue una década bastante complicada de gestionar en plena adolescencia, viendo cómo en mi familia todos sufríamos por un tremendo drama que estábamos viviendo.
A.C.: De hecho, un poco lo que nos pasaba en las entrevistas es que había una carga emocional muy fuerte, porque Macarena en todo este proceso ha revivido cosas y has vuelto un poco a recordar todo aquello.
M.C-L.: Había que recordarlo todo y abrir viejas heridas, encontrarte con personas que quizá no se habían portado del todo bien con mi padre, ser humilde, escucharlos y luego volcar todo lo que íbamos consiguiendo recopilar para construir una historia veraz y una historia que no fuera almibarada y una historia que fuera absolutamente real y verdadera. Esa ha sido un poco la génesis de todo lo que nos ha llevado a estar aquí hoy con vosotros.
Derecho al olvido, ¿Qué opinión tenéis cada una frente a este tema? Desde el punto de vista periodístico y como afectada en el caso.
M. L-R.: Como protagonistas de esta terrible historia, yo lo que quería era intentar que las noticias más desagradables que existen en Google y que están al alcance de cualquiera en un segundo, no formen parte de ese ecosistema de la red, sino que formen parte de una hemeroteca donde estudiosos o profesionales puedan acceder, pero que no cualquier persona pueda hurgar sobre la intimidad o sobre el drama de mi familia, cuando es una cosa que ya está resuelta, que ya ha pasado y que ya mi padre cumplió con lo que tenía que cumplir.
Entonces mi idea desde el principio fue escribir a Google, pero, como yo no era la persona que había sido víctima de toda este exceso de noticias, me lo denegaron. Entonces acudí a una empresa profesional para poder eliminar por lo menos lo más doloroso. Os podéis imaginar que de 7000 entradas hemos podido eliminar 25, pero ya con esto me parece que se abre un debate interesante para que hoy en día se pueda legislar y que las personas que tienen cosas en la red que no deseen que continúen, puedan ser eliminadas o puestas en el lugar que correspondan.
A.C.: Es verdad y es muy interesante el debate que se genera y el paradigma en los medios de comunicación respecto al derecho al olvido. Yo como periodista estoy completamente en contra, porque al final esto me parece un tipo de censura que de alguna forma estaría amparado por Google, una vez más ahí dominándolo todo. Entonces a mí es verdad que no me parece bien, pero en determinados casos es verdad que, en esto sí que empatizo un poco más con Macarena, es que al final si hay informaciones que no son ciertas o que están muy cogidas con pinzas o no están contrastadas... ahí creo que se hace un flaco favor a la gente y que desde luego se puede hacer mucho daño. Pero más allá de ese tipo de noticias que obviamente son flagrantes y que realmente habría que eliminar, del resto de noticias soy partidaria de que permanezcan. Entre otras cosas porque el caso Urquijo no se podría contar sin la figura de Mauricio López-Roberts.
M. L-R.: Pero la figura de Mauricio López-Roberts como persona y no como personaje es importante también tenerla en cuenta en ese sentido, en lo que es el derecho a la intimidad y el derecho al olvido. No solamente hablamos de noticias de un caso, hablamos de personas, hablamos de fotografías de cualquiera: a un joven, a un adolescente, le puede arruinar una foto tomada en un momento determinado, en un entorno que no corresponda... puede arruinar una reputación, una familia, un trabajo y la historia personal de alguien.
A.C.: En eso sí que estamos de acuerdo. Pero luego en el resto de cosas sobre el derecho al olvido no conseguimos tener un punto en común, y es un poco lo que plasmamos en la novela que tenemos como un debate interior entre nosotras sobre esta cuestión.
¿Habéis discutido mucho por esta cuestión?
M.L-R.: No, no hemos discutido nunca en la gestación de este libro. Hemos sido muy respetuosas la una con la otra. Nos queremos mucho y hemos trabado una enorme y preciosa amistad.
A.C.: De hecho, lo curioso es que es un libro que ha llevado muchísimos años, muchísimo esfuerzo y que realmente nos podría haber salido esto muy mal. Cuando Macarena me lo propone, yo me lío la manta a la cabeza y vamos para adelante con esto. Pero es verdad que si no llegamos a tener esta conexión que tenemos y a trabajar tan bien, igual habría sido un proyecto que no hubiese llegado a ningún lado, porque escribir a cuatro manos es muy complicado y ponernos de acuerdo al final, porque ha habido mucho respeto, mucha admiración y ha crecido un poco todo con el libro, pero podría habernos salido muy mal y no estar con esta criatura literaria.
"Quizá encontremos cosas que no te gustan". ¿Habéis encontrado algo que no se haya desvelado hasta este momento?
M. L-R.: Hay un detalle clarísimo. En una entrevista, José Yoldi, periodista de El País, hablaba de que cuando juzgaron a mi padre le preguntó por qué había decidido hablar y él le dijo que yo, cuando era muy pequeñita, unos 12 más o menos, le había preguntado si él era un asesino, cosa que yo no recuerdo y que además no creo que llegara a hacerle esa pregunta. En cualquier caso, el que Yoldi nos contara esto el día de esa entrevista, a mí me produjo un profundísimo dolor porque, primero, ¿Cómo iba yo a preguntarle a mi padre si era un asesino? Primero sabiendo que no lo era y que no tenía nada que ver. Pero bueno, el que alguien adulto me recuerde algo mío, un recuerdo que yo no tenía como niña, me pareció tremendamente doloroso.
A.C.: Volvemos a lo de la carga emocional que comentábamos antes con el tema de las entrevistas. Además, como estábamos ya tan hermanadas, en ese momento yo misma percibía que eso que le acababan de decir a Macarena, obviamente le había removido mucho.
M.L-R: O la entrevista con Javier Anastasio, un señor con el que yo no me había sentado jamás y que compartíamos un drama común. Sentarnos de pronto en torno a una mesa. 'Hola, ¿Qué tal?' Sabiendo todo lo que sé de él, todo lo que él vivió, la vinculación que tuvieron él y mi padre con el caso... pues era una cosa bastante fantástica. Porque, aunque fue natural el encuentro, gracias a Angie que siempre nivela un poco las cosas y la carga emocional se reduce, fue difícil encontrarnos frente a frente.
A.C.: Sobre todo porque ahí nos encontrábamos con otra cuestión. Y es que al padre de Macarena le condenan por encubrir a "Rafi" Escobedo, pero también a Javier Anastasio; y Javier Anastasio no llegó nunca a ser condenado porque se fugó antes. Entonces, en realidad, Mauricio fue a la cárcel por encubrir a dos personas, una de ellas se fuga y es con la que nos sentamos en una mesa a hablar. Ese momento es verdad que también fue un momento...
M.L-R: Momento muy tenso.
A.C.: Sí, tenso y con mucha carga emocional también.
Si pudieras hablar con tu padre entonces, ¿Qué consejo le darías?
M.L-R.: ¿Aconsejar yo a mi padre? (Ríe) Tenías que haber conocido a mi padre. Los consejos no. Quizá una opinión con muchísimo respeto y con prudencia. Pero bueno, yo lo que le daría es mucho cariño, más que consejos.
¿Por qué el público debe leer el libro "Honor"?
M.L-R.: Porque conseguimos acercar algo que ha pasado hace 40 años al día de hoy. Entonces es un libro muy fresco, con cosas con las que todos podemos identificarnos. Habla de muchas cosas: de cómo se gestiona en internet un hacker, habla de una persecución habla de risas y de llanto, de momentos en los que Angie y Maca no pueden más... Es una historia muy viva, divertida y entretenida también dentro del drama. Es algo que trasciende un poco los asesinatos para llegar a lo que hemos hablado desde el principio: el derecho al olvido y las redes sociales. Tiene mucho de tecnológico y mucho de actualidad.
A.C.: Y justo eso hace que sea muy viva la novela, y al mismo tiempo sea para todos los públicos. Es decir, este libro engancha a todos aquellos que vivieron el caso en primera persona en los años 80 y yo, que nací en el año 90, que fue el año en el que el padre de Macarena fue juzgado y que no me pilló ni de cerca el crimen, me apasionó muchísimo y ahora toda la gente de mi generación, amigos, conocidos, que durante todos estos años les he contado un poco el proyecto y ahora que ya están leyendo el libro, también les está enganchando. Es un suceso que trasciende generaciones y la forma que hemos tenido de contarlo también hace que sea una cosa amena, que no sea un tostón de ensayo sobre el crimen de los Urquijo.