ESCLEROSIS MÚLTIPLE
Científicos del Hospital de Parapléjicos describen por primera vez la presencia de células mieloides supresoras en el cerebro de pacientes de esclerosis múltiple
Abre nuevos horizontes para explorar el papel predictivo de las células mieloides supresoras en la evolución de la esclerosis múltiple
El equipo de Neuroinmuno-Reparación del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo ha descrito por primera vez la presencia de células mieloides supresoras en el cerebro de pacientes con esclerosis múltiple. Este tipo de células son las encargadas de controlar la actividad de los linfocitos T, que son los causantes de gran parte del daño que ocurre en dicha enfermedad degenerativa.
Tal y como ha explicado el responsable del laboratorio de Neuroinmuno-Reparación del Hospital de Parapléjicos, el doctor Diego Clemente, "no solo hemos descrito la presencia de este tipo de células en el cerebro de pacientes con esclerosis, sino que es la primera vez que se describe la aparición de ellas en el cerebro humano".
"Además, mostramos cómo su mayor abundancia en el tejido nervioso se relaciona con una evolución menos severa de la enfermedad en el caso de los pacientes con esclerosis múltiple primaria progresiva, un tipo de esclerosis múltiple en la que la discapacidad aumenta paulatinamente desde el principio, en ausencia de brotes", ha asegurado el investigador.
Según los datos recogidos en este trabajo, que acaba de publicarse en la prestigiosa revista Acta Neuropathologica del área de Neurología Clínica, “el análisis de estas células en la sangre de los ratones de un modelo animal de esta enfermedad al inicio de los síntomas nos sirvió como un excelente biomarcador para predecir cómo iba a ser su curso clínico. Cuantas más células presentaba cada ratón, más moderada sería su enfermedad futura y menos afectación tendría en su sistema nervioso”, ha explicado Diego Clemente.
El responsable médico ha detallado que “los resultados obtenidos en el modelo animal nos animaron a comprobar esta misma idea en los pacientes, para lo que establecimos un estudio colaborativo con las neurólogas del Hospital Universitario de Toledo, Inmaculada Pérez Molina, Victoria Galán y Rosa García-Montero. Y con el servicio de Neurología del Hospital General Universitario ‘Gregorio Marañón’ de Madrid, en concreto con los doctores José Manuel García Domínguez, Haydee Goicochea y María Luisa Martínez Ginés. Durante el proceso, vimos que las células mieloides supresoras presentes en la sangre de 30 pacientes de esclerosis múltiple recurrente-remitente en su primer brote y que no habían recibido tratamiento, se relacionaba con una mejor recuperación del brote un año más tarde”, ha señalado.
En busca de biomarcadores
La esclerosis múltiple es una enfermedad muy heterogénea e impredecible para la que se necesitan herramientas que ayuden al profesional de la neurología a tomar la decisión terapéutica más acertada para cada paciente.
Es por ello que "muchos grupos trabajamos en la búsqueda de los denominados biomarcadores, que son una molécula, un tipo celular o incluso una imagen de resonancia magnética que sean poco o nada invasivos, fácilmente medibles y que ayuden a predecir el futuro clínico o la respuesta a un determinado tratamiento para cada paciente. Esto es muy importante para adaptar la medicación idónea a cada persona, lo que aumenta la eficacia de los tratamientos y reduce los posibles riesgos innecesarios y la incertidumbre que genera la adaptación al cambio de unas medicaciones a otras", ha aclarado Diego Clemente.
“Nuestro trabajo va en esta dirección, determinando que las células mieloides supresoras tienen un gran potencial como biomarcador de la severidad del curso clínico, tanto en los pacientes con la forma en brotes como, posiblemente, en pacientes con esclerosis múltiple primaria progresiva”, ha concluido el doctor Clemente.
El trabajo cuenta con la participación de los investigadores Maria Cristina Ortega y Rafael Lebrón-Galán, como primeros autores, así como de Isabel Machín-Díaz, Jennifer García-Arocha, Víctor Quintanero-Casero, la doctora Leticia Calahorra y Celia Camacho-Toledano.
Además de los hospitales mencionados, el estudio ha contado también con la colaboración de las doctoras Michelle Naughton y Denise Fitzgerald, de la Queen's University de Belfast (Reino Unido), y de la responsable del servicio de Citometría de Flujo del Hospital Nacional de Parapléjicos, la doctora Virginia Vila-del Sol.