Los pueblos del noroeste de Toledo, pendientes del funcionamiento de los semáforos de la A-5

Susana Palomo Gómez
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Los municipios de las Ventas de Retamosa, Casarrubios del Monte y Valmojado miran preocupados hacia Madrid. En menos de dos meses deberían estar en funcionamiento los semáforos de la A-5 que el Ayuntamiento madrileño ha proyectado como medida anticontaminación y que convertirán en calle parte de la autovía de Extremadura a su paso por la capital, en concreto, la parte que trascurre entre Cuatro Vientos y Batán.

Un tramo de poco más de cinco kilómetros de la vía que une Talavera con Madrid y que entre diciembre de 2018 y enero de 2019 tendría cuatro semáforos, una limitación de velocidad a 50 Km/h y un radar de tramo instalados en la que pasaría a convertirse en la Avenida de Extremadura.

Aunque este proyecto, presentado por Manuela Carmena el pasado mes de mayo,  se desarrolla en la capital de España afecta no sólo a conductores madrileños, también a usuarios de la A-5 en general.

En los municipios del sur  de Madrid se calcula que tendrá impacto en un millón de habitantes, unos 120.000 vehículos, la mayoría de Alcorcón, que entran en el centro madrileño. Pero esta autovía es un eje estratégico y principal para los pueblos del noroeste de Toledo que limitan la comunidad vecina.

De momento, y desde hace tres semanas se han instalado semáforos aunque no han comenzado a regular el tráfico. Eso sí, los alcaldes de los ayuntamientos de Navalcarnero, Arroyomolinos y Alcorcón se han comenzado a movilizar para mostrar su malestar por "el plan de Carmena" al que califican de unilateral y que según el propio Consistorio madrileño podría congestionar el tráfico un 350%.

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