La estación de tren de Toledo, un siglo de viajeros
La estación de ferrocarril de Toledo es un hermoso edificio neomudéjar que cumple este 2019 un siglo. Puerta monumental a una ciudad patrimonial para millones de viajeros por ella han pasado desde la Nobel Marie Curie, que llegó a la estación en su primer día de funcionamiento, hasta los pasajeros que actualmente suben al AVE Madrid-Toledo.
Toledo tenía tren desde 1858, pero en los primeros años del siglo XX la estación que había no parecía adecuada para una ciudad que empezaba a potenciar el turismo, que había redescubierto al Greco, que tenía lujosos hoteles, como el mítico Castilla, y que recibía a reyes, jefes de Estado y personalidades debido a su cercanía de Madrid.
El arquitecto Narciso Clavería, conde de Manila, trabajaba en la Compañía de Ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante (MZA) y fue el encargado de redactar un proyecto que tenía por objeto aunar funcionalidad y belleza.
El edificio costó más de un millón de pesetas y en él trabajaron algunos de los artesanos más reconocidos del momento, como Julio Pascual (que hizo la forja), Ángel Pedraza (la azulejería), Antonio Dorado y Eduardo Rivero (la albañilería artística) o Cristino Soravilla (las tallas de los espejos).
El propio Alfonso XIII había animado a que hubiera una estación de ferrocarril más acorde con la monumental de Toledo ya que visitaba asiduamente la ciudad y, de hecho, muchos de aquellos viajes se convertían en visitas de Estado o encuentros diplomáticos dentro de la agenda de trabajo que se mantenía en Madrid.
No hubo inauguración al uso de la nueva estación , pero la casualidad hizo que aquel 24 de abril de 1919 los participantes en un congreso de medicina, que presidía Santiago Ramón y Cajal, decidieran regalarse un día de ocio en Toledo en medio de sus sesiones de trabajo. Y de esta forma estrenaron la nueva estación.
Entre sus ilustres pasajeros: Marie Curie, que cogió el tren en ese viaje inaugural con su hija Irene como recogió la prensa (ABC y El Eco Toledano) de la época. Unos años más tarde, en la década de los treinta, Marie Curie volvió a Toledo, invitada por Gregorio Marañón.
La nueva estación del ferrocarril contaba incluso con un Salón de Honor para atender visitas oficiales. Una sala que se convirtió en capilla después de la Guerra Civil y en la que todavía hoy se oficia misa cada domingo por la mañana.
En 1921 la ciudad de Toledo rindió homenaje al arquitecto de la estación, que también fue un gran apasionado de la fotografía y que ha dejado un importante legado de imágenes de la época, muchas de ellas tomadas en Toledo durante los años de construcción de la estación (se pueden ver en la web del Archivo Municipal de Toledo, www.toledo.es/toledo-siempre).
Carlos Torres no solo preside la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Toledo sino que vivió en la propia estación hasta que su padre, que había sido jefe de estación, se jubiló en 1993.
Bien de Interés Cultural (BIC), desde 1991, no se han podido acometer en ella grandes intervenciones para ubicar, por ejemplo, locales comerciales como los que sí hay en otras estaciones de España.
Los Amigos del Ferrocarril de Toledo han contactado con la Fundación de los Ferrocarriles Españoles para diseñar una exposición conmemorativa del centenario de la estación toledana.
Hace 25 años celebraron los 75 años con trenes históricos que llegaron a la estación, pero el ancho actual de vía -alta velocidad- no permite llegar a las antiguas locomotoras.
El AVE Madrid-Toledo se inauguró en noviembre de 2005 y en 2017 (último año contabilizado) registró 1.687.100 viajeros, casi un nueve por ciento más que el año anterior.
EFE